El Pacto es una Vida
Parte 1 de El Nuevo Pacto
Hay muchas voces en la Iglesia de hoy que hablan del nuevo pacto. Me parece que se ha convertido en un concepto o frase muy popular. Lo oigo con mucha frecuencia, especialmente en el mundo latinoamericano, y casi siempre con las mismas connotaciones, o con el mismo significado asumido que la gente cree que transmite. Creo que puedo decir sinceramente que desearía que cada una de estas personas estuviera realmente experimentando el nuevo pacto, y lo que es más importante, GUARDANDO el nuevo pacto, para poder experimentarlo, pero a menudo veo que este no es el caso. Lejos de vivir realmente en el nuevo pacto, y de guardar el nuevo pacto, es extremadamente común que los cristianos de nuestros días vivan su propia vida, en su propia voluntad, y sin embargo reclaman los beneficios de un pacto que no conocen, y que no guardan.
Para muchos, parece que el nuevo pacto no es más que la ausencia del antiguo pacto. Es decir, cuando preguntas a algunas personas qué significa estar en el nuevo pacto, te dirán lo que NO tienen que hacer. “No tengo que guardar la ley. No tengo que sacrificar animales”. O más comúnmente en estos días, “No tengo que practicar los rudimentos y sombras externas de las cosas espirituales”. Pero esto no es el nuevo pacto. Estas son solo algunas cosas que uno piensa que no tiene que hacer. ¿Qué es el nuevo pacto en sí?
Otros dicen que “es un pacto del Espíritu y no de la letra. Es un pacto de sustancia y no de sombras y figuras. Es un pacto de poder espiritual y revelación, y no un pacto de poder humano y obras.” De acuerdo, es cierto. Pero sigo con la misma pregunta: ¿Qué es el pacto? ¿Cómo se experimenta? ¿Qué hace? ¿Cómo caminamos en él, y cómo lo guardamos?
Los que me han escuchado antes saben que con frecuencia digo: "seamos honestos con nosotros mismos". La suposición y la imaginación han reinado en nuestros corazones y en la Iglesia durante demasiado tiempo. Vivimos en una generación en la que el conocimiento de las PALABRAS pasa por el conocimiento de las COSAS. Es decir, donde la gente cree que tiene entendimiento y experiencia porque está familiarizada con palabras, conceptos y versículos. Nos emocionamos unos a otros con el sonido de palabras interesantes, verdades profundas, revelaciones nuevas, frases ingeniosas, y luego muchas veces regresamos a nuestras casas y vivimos en la misma voluntad y naturaleza caída. Así que hoy, seamos honestos con nosotros mismos acerca de la condición de nuestro corazón. ¿Qué sabemos REALMENTE de Dios y de Su pacto?
Antes de hablar del nuevo pacto, permítanme decir unas palabras sobre el “conocimiento” espiritual. Creo que esto nos será útil cuando continuemos con el nuevo pacto. Quiero decir lo siguiente: El alcance de nuestra comprensión espiritual es el alcance de, o la medida en que, la VIDA del Espíritu está obrando en nosotros. Realmente no tenemos conocimiento interno, más allá de dónde tenemos vida. Esto es absolutamente cierto sobre el conocimiento espiritual, y también es cierto sobre el tipo más íntimo de conocimiento natural.
Por ejemplo, sé lo que es ser una mano porque tengo VIDA en mi mano. Puedo sentir mi mano, sé cómo se siente, puedo sentir sus movimientos y cuándo tiene frío, calor, cuándo está dormida y cuándo siente dolor. Y la razón por la que sé lo que es ser una mano es porque mi VIDA está en mi mano. Pero si voy más allá de donde está mi vida, mi experiencia del verdadero conocimiento cesa, o se para. Como con mi camisa. Mi camisa está muy cerca de mí, está muy cerca de mi vida. Va donde yo voy, y se mueve cuando yo me muevo, pero yo no tengo vida en ella, y por tanto no tengo ni idea de lo que es ser una camisa de algodón. En esta ilustración puedes ver lo que quiero decir: el conocimiento cesa donde cesa mi vida.
No hay nada más cierto ni más importante que entender con respecto al conocimiento espiritual. Nuestro conocimiento cesa donde cesa nuestra vida. En otras palabras, donde no estamos experimentando la vida de Dios realmente viviendo, moviéndose, constriñendo, dando luz, perspectiva, y varias experiencias de Su naturaleza, poder, y verdad, entonces allí NO tenemos conocimiento. Donde no hay vida, no hay conocimiento real. Sólo hay conjeturas y suposiciones sobre cosas desconocidas.
Y cuando tratamos de sobrepasar, o ir más allá en conocimiento de lo que somos en la vida, entonces nace Babilonia. Cuando hablamos y enseñamos más allá de lo que hemos vivido, estamos especulando. Estamos andando a tientas en la oscuridad, tomando prestadas las palabras e ideas de otros hombres. Pablo no ministró de esta manera. Pablo ministró dentro y desde la vida de Cristo. Él estaba en “temor y temblor” no queriendo que ninguna de sus predicaciones proviniera de “palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder”. (1 Cor. 2:3-4) Dijo que ellos estaban “manifestando la verdad, y recomendándose a la consciencia de todo hombre en la presencia de Dios.” (2 Cor. 4:2). Tal vez alguien diga, “Pablo habló por el Espíritu y yo estoy predicando las palabras de Pablo!” Pero ten cuidado con esto. Moisés también habló por el Espíritu, y los fariseos utilizaron sus palabras para rechazar y crucificar a Cristo.
Sólo hay una manera de conocer verdaderamente a Dios, y las cosas de Dios, y es experimentando la propia vida, luz y naturaleza de Dios formándose en el alma del hombre. Cuando la VIDA está obrando en nosotros, entonces podemos conocer algunas de las cosas que son aspectos, atributos y experiencias de esa vida. Pero cuando la VIDA no está en nosotros, sino fuera de nosotros, entonces cualquier conocimiento que pensemos que tenemos de esa vida es en realidad Anti-Vida, o Anticristo. Una vez, cuando hablaba a unos judíos, Jesús dijo,
Y el Padre que me envió, ése ha dado testimonio de mí. Pero no habéis oído jamás su voz ni habéis visto su apariencia. Y su palabra no la tenéis morando en vosotros, porque no creéis en aquel que El envió. Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida. (Juan 5:37-40)
Es como si Jesús dijera: “Este es el problema. Ustedes tienen las palabras de Dios, y estudian las palabras de Dios, pero no tienen la vida de Dios. Piensan que tienen la habilidad de juzgar y entender, pero su juicio y su entendimiento están extremadamente limitados por el hecho de que no tienen Su Palabra morando en ustedes. Si Su Palabra estuviera morando en ustedes, entonces podrían verdaderamente escuchar Su voz y ver Su apariencia. Pero no hay lugar en sus corazones para Su Palabra, y esta es la única razón por la que no pueden entender y recibir a Aquel que Él ha enviado.”
Bueno, ya hemos hablado bastante del verdadero conocimiento. Pero es una introducción adecuada para un mensaje sobre el nuevo pacto, porque el nuevo pacto es una VIDA, y se conoce y se experimenta a medida que aprendemos a caminar en esa VIDA. De hecho, si tuviera que intentar definir el nuevo pacto en pocas palabras, diría que es una vida que Dios da, en la que el hombre puede experimentarlo y conocerlo. O se podría decir que, es una relación con Dios en la vida de Su Hijo.
Cuando digo que el nuevo pacto es una VIDA, y que se conoce y se experimenta a medida que aprendemos a caminar en esa vida, tienen que entender que no estoy hablando de la vida que todos conocemos por nuestro nacimiento en la carne. Jesús dice: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” Hay un nacimiento de la carne, y una vida en la carne. Y hay un nacimiento del Espíritu y una vida en el Espíritu. Ambos nacimientos pueden experimentarse en el hombre, pero son tan diferentes como la luz y las tinieblas. Ambos pueden ser experimentados por la misma alma, pero son contrarios en todos los sentidos. Tienen una fuente diferente, una viene de abajo y la otra viene de arriba. Tienen una naturaleza diferente: una es terrenal y la otra celestial. Tienen una luz diferente: un nacimiento ve con la luz de la mente carnal, la facultad natural de la razón, el otro ve con el ojo o la luz de Dios. Tienen una voluntad diferente, un propósito diferente, deseos diferentes, todo diferente.
Comprender estos dos nacimientos es en realidad el fundamento del cristianismo, porque todo lo práctico en el cristianismo tiene que ver con la muerte y la libertad de uno, y con vivir y ser cambiado por el otro. Este es el corazón mismo de lo que Dios ha dado al hombre en el don de Jesucristo. Le ha dado al hombre un camino para morir a la carne y vivir en el Espíritu de Su Hijo. Jesús habló muy claramente sobre estas cosas. Nos dijo que a menos que nazcamos de Su Espíritu no podemos ver ni entrar en el reino de Dios. Nos dijo que necesitamos perder la vida que tenemos en la carne, incluso odiar esa vida, para encontrar y ganar la vida que Él nos ofrece en Su Espíritu. Mat 16:25 "Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.” Para ser Su discípulo, Él dijo que debemos negar el uno, y seguir el otro. Dijo que “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha”.
Para resumir estos dos nacimientos en pocas palabras, la PRIMERA vida que el hombre experimenta en sí mismo, o la primera naturaleza que el hombre es por nacimiento natural, es una vida que ha caído de la naturaleza y luz y justicia de Dios. En las Escrituras esto se llama carne, o el viejo hombre, o el cuerpo de pecado. Todos saben esto en su experiencia, aunque quizás no sepan lo que la Biblia dice al respecto. ¿Qué es lo que saben? Saben que hay un nacimiento en ellos, una vida dentro de ellos, que siempre anhela deseos egoístas, búsquedas orgullosas, y placeres malos. Hasta un niño de cuatro años te dirá que siente esta naturaleza en su interior. ¿Quién puede negarlo? ¿Quién negará que hay algo irracionalmente malo en el corazón y la mente del hombre, que vive en la voluntad propia y el orgullo, y luego JALA todo lo que ve hacia sí mismo. Sí, eso es lo que hace la carne, es como una gigantesca aspiradora que succiona todo hacia sí misma. Permanece en su propia auto-importancia, auto-grandeza, y luego mira hacia afuera al mundo. Y cuando ve algo que desea, lo codicia y lo desea para si. Y cuando no puede conseguir lo que quiere, tiene envidia, se enoja, manipula, insulta, controla y oprime. Y cuando piensa que va a perder algo que desea, se llena de miedo, cobardía y quejas.
Esta es la vida de la carne caída del hombre. Es el nacimiento de una naturaleza que ha caído de la vida de Dios. ¿Cómo se convirtió el hombre en esta criatura malvada? Se apartó de la fuente de toda bondad, de la fuente de vida, luz, justicia, humildad, verdad y amor, y comenzó a vivir como una fuente para sí mismo. Se apartó de la fuente de agua viva para convertirse en una cisterna rota, y luego desde la fuente del YO, comenzó a buscar el mundo, a buscar el árbol del conocimiento del bien y del mal, diciendo “Esto es bueno para comer, agradable a los ojos, y deseable para hacerme sabio. Quiero esto y aquello, y lo tomaré para mí, y así aumentaré mi grandeza, mi placer y mi sabiduría.” Esta es la mentira que el hombre creyó en el principio. Esta es la mentira que el hombre sigue creyendo hoy. Y mucho más se podría decir al respecto si éste fuera el lugar.
Mi deseo en este momento es sólo mostrar más allá de toda duda que hay un nacimiento en el hombre, una naturaleza o vida en el hombre, que es muy natural para nosotros, y también muy naturalmente malvada. Está ahí, es innegable, y es vergonzoso. Pero aunque tenemos vergüenza de ella, y hacemos grandes esfuerzos por ocultar nuestra verdadera condición a los ojos de los demás, la mayoría de la gente pasa sus días en este mundo tratando de satisfacer sus deseos!… en lugar de escapar de esta naturaleza antes de que sea encerrada eternamente en ella.
Pero como he dicho antes, hay también otra cosa en el hombre que cada persona siente y oye con una claridad inconfundible, al menos en algunos momentos de su vida. Hay algo que tiene una naturaleza diferente, una luz diferente, una voluntad y un propósito diferentes que es sembrado en el hombre por la gracia de Dios. Es como una semilla de la luz, la gracia, el Espíritu o la Palabra de Dios que es dada al hombre para sacarlo de su primer nacimiento, para sacarlo de lo que es por naturaleza. Es la gracia de Dios que se manifiesta a todo hombre (Tit. 2:11), o la Luz que alumbra a todo hombre que viene al mundo (Jn. 1:9).
Esta es la vida que mencioné antes, cuando dije que el nuevo pacto es una VIDA, y se conoce y se experimenta a medida que aprendemos a caminar en esa VIDA. No quise decir que el nuevo pacto es tu vida, o que debes aprender a vivir tu vida carnal de una manera diferente. Quiero decir que el nuevo pacto es un acuerdo y una relación con Dios que se experimenta viviendo, caminando y permaneciendo en la VIDA de Su Hijo.
Ahora bien, la palabra pacto sólo significa un acuerdo formal y vinculante. La palabra se utiliza a menudo cuando la gente se casa. Una pareja establece un pacto matrimonial, que es un acuerdo formal, vinculante y permanente. Es un acuerdo que tiene que ver con una relación, o con la forma en que dos personas se van a relacionar de ahora en adelante. Ambas personas, el marido y la esposa, tienen que entender el pacto, comprender la naturaleza de la relación. Tienen que entender lo que está incluido y lo que está excluido de la relación de pacto. Por ejemplo, la fidelidad mutua está incluida, el adulterio está excluido. El amor y el servicio están incluidos, la ira, la violencia y el egoísmo están excluidos. Un pacto matrimonial es una relación permanente, con un acuerdo muy específico, y ambas partes necesitan caminar en ese acuerdo, o de lo contrario rompen el pacto, y pierden sus beneficios.
Si la mujer dijera: “Me gustaría añadir otro esposo a este matrimonio”, el esposo podría responder: “Eso rompería el pacto, y arruinaría nuestra experiencia de este acuerdo vinculante”. Si un día el esposo dijera: “Me voy a vivir a otro país, y tú puedes quedarte aquí con los niños”, la esposa podría responder: “Eso terminaría con la relación, rompería el pacto”.
Así es como la palabra se entiende y se usa en cosas naturales, como un matrimonio humano. Y la misma idea se aplica en las cosas espirituales, en un pacto espiritual, excepto por esta diferencia muy importante: con Dios, el pacto no es un acuerdo o entendimiento externo en el que las personas deben caminar, sino una VIDA INTERNA. Es un pacto vivo, una VIDA en la que debemos caminar para experimentar la relación. La VIDA ES el acuerdo permanente y vinculante respecto a cómo dos pueden caminar juntos. La manera de entrar en este acuerdo es entrar en una VIDA muy específica. Y la manera de mantener este pacto, es caminar y permanecer en esta VIDA. Y la manera de desobedecer y romper este pacto, es caminar y permanecer en una vida diferente, caminar en la vida del yo, la vida de la carne.
Todo esto es muy importante, así que permítanme asegurarme de que estas cosas queden claras. Dios nos ha dado un pacto, que es una especie de relación permanente y vinculante con Él, que es conforme a un acuerdo muy particular. ¿Y cuál es ese acuerdo? Te lo describo en pocas palabras: Es como si Dios dijera: “Cualquiera que quiera caminar conmigo, vivir conmigo y experimentar mi poder y bendición, debe aprender a caminar y vivir en la vida y la luz de mi Hijo”. ¡Ese es el pacto! Tienes que aprender a caminar en una nueva vida. No la vieja vida de la carne, del yo, del viejo hombre, del hombre natural, del primer nacimiento. No, esa vida está excluida del pacto. Es la vida equivocada, la naturaleza equivocada, la voluntad equivocada. Esa vieja vida, el primer nacimiento, no tiene nada que ver con el nuevo pacto. El nuevo pacto, el nuevo acuerdo, la nueva relación es una VIDA, y la vida del nuevo pacto es Jesucristo. Si vas a caminar en el nuevo pacto, debes aprender a caminar en, vivir en la vida de Cristo.
Así que, no debes pensar que puedes caminar en tu propia vida, y solo tratar de vivirla de acuerdo a las enseñanzas de Jesús. No, esto no es el pacto. Esto en realidad es ROMPER el pacto. Este es un gran y común error. Los cristianos piensan que pueden experimentar el nuevo pacto aunque no caminen en la VIDA que ES el pacto. Piensan que pueden reclamar los beneficios del nuevo pacto aun cuando están permaneciendo en la voluntad, la naturaleza, la vida del yo. Esto es imposible. La vida o naturaleza de la carne está excluida del nuevo pacto, y nadie puede conocer o experimentar el nuevo pacto más allá de la medida en que ha DEJADO la vida del yo en la carne y ha aprendido a vivir y permanecer en la vida del Hijo de Dios.
Repito, no puedes experimentar el pacto, o reclamar los beneficios del pacto, si estás viviendo en la vida que está excluida del pacto. ¿Y qué es lo que rompe el nuevo pacto? La carne, el hombre natural, la vida del yo, el primer nacimiento. Esta es la vida equivocada, y si vivimos en ella, y por ella, y para ella, (aunque tengamos creencias correctas acerca de Cristo y las Escrituras) ROMPEMOS el acuerdo, y perdemos los beneficios del acuerdo. Recuerda, el acuerdo del nuevo pacto es como sigue: “El que quiera caminar conmigo, tiene que caminar y vivir en la luz y la vida de mi Hijo”. Entonces, caminar en la carne es caminar fuera del pacto.
Por lo tanto, cuando abordamos el tema del nuevo pacto, debemos entender que no es algo que el hombre pueda conocer, entender o experimentar a menos que camine en la vida, permanezca en la vida donde el poder de Dios es conocido. Los cristianos frecuentemente se quejan de que no tienen poder sobre sus pecados, o ningún poder sobre sus mentes, sus deseos, sus hábitos. Pero la mayoría de las veces, están caminando en la vida equivocada (la vida del yo, la vida del hombre natural) y esperando sentir y experimentar los beneficios de la vida de Cristo. ¿lo ves? Están rompiendo el pacto, rompiendo el acuerdo al NO vivir en el Espíritu de Cristo, al NO caminar en la luz de Cristo, y aún así se preguntan por qué no están experimentando la victoria de Cristo.
Necesito decirles, que nunca experimentarán los beneficios de Cristo, el poder de Cristo, la victoria de Cristo, si continúan caminando en la naturaleza, la vida, el nacimiento que está fuera del pacto y contrario a Cristo. Pueden quejarse, pueden estudiar la Biblia, incluso pueden orar, pero si no están dispuesto a seguir la luz fuera de la vida de la carne, y aprender a caminar en la luz como Él está en la luz, entonces no conocerán el nuevo pacto. No experimentarán lo que el pacto hace en el alma del hombre.
Y tal vez se pregunten qué significa caminar en la luz, guardar el pacto, permanecer en la vida de Cristo y dejar de vivir en la vida de mi primer nacimiento. Esa es una pregunta muy buena y pertinente, y les pido que la retengan por ahora, porque pienso hablar mucho de eso a medida que avancemos.