Caminar con Dios
Parte 2 de El Nuevo Pacto
Dijimos en el último mensaje que un pacto es un acuerdo vinculante, o una relación que se define por un acuerdo vinculante. En pactos naturales, como un pacto matrimonial, entendemos que hay una relación específica que es definida por un acuerdo muy específico. Tanto el esposo como la esposa tienen que caminar o vivir según ese acuerdo para poder experimentar el beneficio de esa relación. Si ellos no caminan según el acuerdo, o no viven en y bajo su autoridad, entonces la relación está arruinada.
Bueno, Dios ha hecho un pacto con el hombre, y este pacto es también una relación muy específica. Es un tipo específico de relación, y está definido por un acuerdo específico. Pero esta relación con Dios no es un conjunto de reglas o expectativas externas como las que tenemos en un pacto matrimonial. El pacto que Dios hizo con el hombre, la forma en que el hombre puede caminar con Dios, es vivir en y por la vida de Su Hijo. De nuevo, el pacto que Dios hizo con el hombre es como si Dios dijera: “El que quiera caminar conmigo, y experimentar Mi poder, Mi obra de redención, debe caminar y vivir en la vida de mi Hijo. Este es el acuerdo. Esta es la relación. Esta es la única manera de caminar Conmigo.”
Así que primero, debemos entender que el pacto que Dios hizo con el hombre es una relación específica, un acuerdo específico. Es decir, no es cualquier cosa que el hombre quiera que sea. No tenemos la capacidad ni el derecho de definir nuestra relación con Dios. Está definida y establecida por Dios, y nosotros somos invitados a ella. Pero también es esencial que entendamos que Jesucristo ES EL PACTO. El pacto es la vida del Hijo de Dios. ¿Qué significa esto? Suena raro a nuestros oídos. ¿Cómo puede una Persona divina ser un pacto? Intenta escuchar esto: Cristo es nuestro pacto, porque la vida de Cristo ES la relación a la que Dios te ha invitado. En otras palabras, la manera de tener una relación con Dios, la manera de caminar con Él y experimentarlo, es vivir en la vida de esta Persona divina, permanecer en la vida del Hijo de Dios.
Isaías 42:6-7 Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.
Isaías 49:8-9 Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades; para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos. En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos.
Cristo fue dado al hombre como un pacto, como una relación específica, con un acuerdo específico. ¿Qué significa esto? (Sé que me estoy repitiendo, pero lo hago con la esperanza de que estas cosas queden cada vez más claras). Significa que si quieres caminar con Dios, si quieres experimentar Su poder, si quieres sentir lo que Dios puede y desea hacer en el corazón del hombre, entonces tienes que aprender a caminar en la vida de Su Hijo. Ese es el acuerdo. Esa es la relación, y no hay otra.
No puedes simplemente decir que estás en el nuevo pacto porque tienes creencias verdaderas acerca de Jesús, o porque lees la Biblia, o porque vas a una iglesia que se llama “Iglesia Bautista del Nuevo Pacto.” No, ese no es el pacto. Esa no es la relación. No puedes decir que estás en el nuevo pacto porque naciste después de que Dios terminó el antiguo pacto. No puedes decir que estás experimentando el nuevo pacto sólo porque has dejado de practicar los rudimentos y sombras de un cristianismo externo. No puedes decir que estás experimentando el nuevo pacto porque no tienes que practicar la Ley Mosaica. NINGUNA de estas cosas te lleva a una experiencia del nuevo pacto. Estas cosas no son la relación. Estas cosas no son el acuerdo. ¿Qué es la relación? ¿Qué es el pacto? “El que quiera caminar conmigo, debe aprender a caminar, a vivir, a permanecer, en la VIDA de mi Hijo”.
Todo depende de esto, de aprender a MORAR, a caminar, a vivir en el Espíritu de Jesucristo. Dios no dio un libro como el nuevo pacto. Eso no es lo que Dios dijo a través de Isaías. El no dijo: “Prepararé y daré un LIBRO como pacto a los pueblos y como luz a las naciones”. ¡No! Dios ciertamente nos dio el Nuevo Testamento, pero el Nuevo Testamento no es el nuevo pacto. El Nuevo Testamento describe el nuevo pacto, nos invita al nuevo pacto, nos dice cómo Dios estableció el nuevo pacto a través de la vida, muerte, sepultura, resurrección, ascensión y derramamiento del Espíritu de Su Hijo. Pero puedes memorizar el Nuevo Testamento y no experimentar absolutamente nada del nuevo pacto.
Dios no nos dio creencias correctas, doctrinas verdaderas o el Credo de los Apóstoles como un pacto. No nos dio los edificios de la iglesia, los líderes de la iglesia, y las actividades de la iglesia como un pacto. Dios nos dio la vida de Su Hijo como una relación muy específica, con un acuerdo muy específico. Y para conocer el nuevo pacto, debemos aprender a vivir, y permanecer en la vida del Hijo. Y debemos ser enseñados por Él a no ROMPER el pacto, porque hay otra vida en el hombre, otra fuente, otro nacimiento en el hombre que es ajeno al pacto de Dios. Y si caminamos y vivimos en esa otra vida, ese otro nacimiento, independientemente de lo que creamos con nuestra mente, entonces somos quebrantadores del pacto.
Todo depende de nuestra comprensión y experiencia de estas dos cosas, de estos dos nacimientos. Todo depende de que nos apartemos de uno y aprendamos a vivir y caminar en el otro. ¿Estás caminando HOY en el Espíritu y la vida del Señor Jesucristo? ¿Estás aprendiendo esa vida, sometiéndote a lo que hace en ti, haciendo morir las obras de la carne por el poder de esta nueva vida? ¿O estás caminando en el primer nacimiento, la vida natural, tu propia vida y voluntad, en el yo, y aún así llamándote un cristiano del nuevo pacto?
Todo en la Escritura habla de estos dos nacimientos, y de la necesidad que tienen todos los hombres de dejar el uno y entrar en la experiencia y crecimiento del otro. No es una creencia en el otro. No es una canción o un sermón o un libro sobre la vida de Dios en el alma del hombre. Sino un verdadero éxodo del uno, y una verdadera transformación en la naturaleza y el Espíritu del otro.
En el mismo principio, el hombre se apartó de Dios, la Fuente de aguas vivas, y se convirtió en morada de una semilla contraria. Se convirtió en una casa para un hombre fuerte malvado, una jaula para aves inmundas, se convirtió en una residencia para “el espíritu que obra en los hijos de desobediencia”. Esta es la descripción que hace Pablo del hombre en su estado natural. Las palabras de Jesús son más fuertes. Dice: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer”. En el mismo principio, Génesis 3:15, Dios habló de otra semilla que heriría la cabeza de la serpiente en el hombre. Aquí está el Evangelio, aquí está el pacto. El pacto está en la Simiente que herirá la cabeza de la Serpiente en el hombre.
¡Todo está aquí! Toda la Biblia está resumida para nosotros justo aquí en Génesis 3:15. El hombre murió cuando comió del árbol del conocimiento del bien y del mal. Murió tal como Dios había dicho que moriría. Su hombre externo no murió por 900 años, pero su hombre interno murió inmediatamente, y su alma se convirtió en el reino de una semilla contraria. ¿Y qué hizo Dios? ¿Envió un libro? ¿Envió una enseñanza? ¿Envió a un teólogo muy inteligente, capacitado en un seminario? NO, ENVIÓ UNA SEMILLA. Envió una vida, la Semilla viva de su propio Hijo. Ofreció al hombre la vida en una Semilla diferente, una Semilla justa, la Semilla que es Cristo (Gal 3:16).
Esta es la vida en la que debemos aprender a caminar y a vivir. La vida de la Semilla de Dios. El pacto es en y con esta Semilla o Simiente. Gálatas 3:16 “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: ‘Y a las simientes’, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”. Cada promesa que fue dada a Abraham tenía que ver con esta Simiente, y con un pacto que estaba en esta Simiente. Si lees el libro de Génesis, verás que todo lo que Dios promete a Abraham y a los Patriarcas, está relacionado con esta Simiente de la que Pablo está hablando aquí en el capítulo 3 de Gálatas. Desafortunadamente, muchas traducciones reemplazan la palabra “simiente” por la palabra “descendientes”, lo que hace que esto sea más difícil de ver. También hace que el punto de Pablo en Gálatas capítulo 3 sea más difícil de ver. Porque el punto de Pablo es muy específicamente que Dios NO estaba hablando de “descendientes,” como si hablase a muchos, sino a una Simiente, que es Uno, que es Cristo.
Mi punto es que Dios prometió muchas cosas a Abraham, Isaac y Jacob, pero TODO lo que Él prometió se encontraba en una SIMIENTE o SEMILLA muy específica, la Semilla que es la vida de Cristo. Solo ahí es donde encontrarás todas las promesas cumplidas, todas las bendiciones, todo lo que pertenece a la vida y a la piedad. Todo se encuentra en una Semilla de Vida muy particular. Le prometió a Abraham una herencia perpetua en una semilla, un aumento de la semilla como la arena en la orilla del mar. Dice que hay un pacto eterno en la semilla, y que toda nación que viva en esta semilla será bendecida. Pablo cita estos versículos en Nuevo Testamento y muestra que todos hablan de Cristo, la vida, la Semilla viva de Dios. Y la señal de este pacto dado a Abraham, la señal de esta relación y acuerdo, era la eliminación de la carne, cortar el prepucio de la carne. Es decir, la eliminación de esta parte del hombre que es contraria al pacto.
¿Puedes ver lo que Dios nos está mostrando en estos cuadros? Él está diciendo a Abraham, Isaac, y Jacob, que hay una Semilla que viene, y el pacto está en El. La Semilla es el pacto. Es Su vida, y solamente al permanecer en El, caminar en El, vivir por Su vida, encontrarás la bendición, la herencia, la victoria, el crecimiento. En Él, en la experiencia de Su vida, cada promesa es sí y amén. No sólo al tener una creencia acerca de Él, sino experimentar realmente Su vida en ti.
PERO, esta promesa, incremento, victoria, bendición, NO se encuentra en la carne; no se experimenta si seguimos caminando en la carne. No, la carne debe ser cortada. La circuncisión es requerida. Nunca experimentarás el pacto, la bendición, la herencia, la promesa, si continúas viviendo en la carne, el primer nacimiento, el hombre natural, el yo, la voluntad propia, Adán. La vida está en el segundo nacimiento, no en el primero. El pacto está en el segundo nacimiento, y no en el primero. Y por lo tanto, repito, es absolutamente imprescindible que tú y yo aprendamos lo que significa morir a un nacimiento, y vivir en otro. Debemos, como dice Jesús, perder una vida para experimentar otra. Debemos negar una, y seguir otra. Debemos despojarnos de una y revestirnos de otra.
Y además de sus tratos con Abraham de esta manera con respecto a Su Simiente, Dios nos dio muchos cuadros de estas dos vidas o nacimientos en cuadros vívidos en el Antiguo Testamento. Nos mostró claramente, de manera inconfundible, que el primer nacimiento es rechazado y que el segundo nacimiento es el único que heredará las promesas. Lo vemos en Caín y Abel, Ismael e Isaac, y Jacob y Esaú. Lo vemos en Lea y Raquel, en Efraín y Manasés, en el rey Saúl y el rey David. Una y otra vez, estos cuadros y sombras cuentan la misma historia, predican el mismo Evangelio, declaran el mismo pacto. ¿Qué predican? Todos ellos, con una voz unánime, dicen: “El que quiera caminar conmigo, y experimentar Mi poder, Mi obra de redención, tiene que caminar y vivir en la vida de mi Hijo. Tiene que vivir en la Semilla. Tiene que experimentar una semilla cortada y otra formada en el corazón. Este es el acuerdo. Esta es la relación. Esta es la única manera de caminar Conmigo.”
Así que repito, si vamos a experimentar el nuevo pacto, debemos experimentarlo en una vida muy específica, en una Semilla muy específica. Ahí es donde existe la relación. Ese es el acuerdo vinculante. El nuevo pacto es así de simple: Hay vida en una Semilla, y hay muerte fuera de la Semilla. Si caminas en la vida, creces en la vida, permaneces en la vida, caminarás en el pacto y heredarás la promesa. Pero si caminas fuera de la vida, en tu propia vida, tu propia voluntad, tu propio yo, si vives tu propia vida en la carne, según el primer nacimiento, entonces no conocerás nada más que la muerte.
Puedes creer lo que quieras, pero si vives fuera de la vida, entonces vives fuera del pacto. No importa que creas en la vida; la cuestión es si estás viviendo en la vida, y si la vida está viviendo, creciendo y reinando en ti. Me imagino a alguien discutiendo conmigo y diciendo “No, todo es por fe”. Yo creo y eso es todo lo que tengo que hacer". La verdadera fe es un don del cielo, algo vivo, y siempre te lleva a vivir en esta Semilla, en esta vida. Te enseña a caminar por fe, a vivir por fe, y no sólo a creer hechos por fe. La fe del Hijo de Dios enseña al corazón a vivir en la vida del Hijo de Dios. Porque ahí es donde está el pacto. Cristo es el pacto. El cristianismo no es el pacto. Cristo es el pacto, la vida del Hijo de Dios.
Y, si puedes oír lo que quiero decir con esto, este es el único pacto que ha existido con Dios. Yo sé que hay un antiguo pacto y un nuevo pacto. Sé también que Dios hizo un pacto con Noé, y con David, y con Jacob, y con Finees, y con Israel a través de Moisés. Entiendo que la Biblia habla de varios pactos, hechos en varios momentos, con varias personas. Pero cada uno de estos pactos nos da cuadros, representaciones y descripciones de la única relación en la única vida del Hijo de Dios.
Desde la perspectiva del cielo, solo ha habido una manera en que el hombre puede unirse a Dios, caminar con Dios, y esa única manera ha sido la VIDA de Su Hijo. Los tratos de Dios con Noé, por ejemplo, no nos muestran una relación DIFERENTE, o una vida diferente que es aceptable a Dios. Solo es un cuadro o una representación diferente de esa misma vida, ese mismo acuerdo, el mismo pacto en la vida del Hijo. Con Noé vemos que había vida en un arca, y muerte fuera del arca. ¡Ahí está! Todos los que querían vivir tenían que estar en esa arca, y todos los que querían permanecer en la carne, podían quedarse fuera. ¡Ahí está el cuadro! Y luego vemos cómo el mundo fuera del arca fue tragado por la muerte, y el mundo dentro del arca salió al monte de Dios para llenar la tierra. Y cuando la vida dentro del arca salió del arca, fue bendecida por Dios, en una relación con Dios, bajo el arco iris de Dios, en pacto con Dios.
Lo mismo ocurre con todos los pactos del Antiguo Testamento. Son cuadros de una sola vida. No son relaciones con Dios separadas y sin relación. Si, fueron dados en diferentes tiempos, a diferentes personas, y contienen diferentes detalles. Pero en todos ellos, hasta la venida del Nuevo Pacto (que es su cumplimiento y realización), Dios ha estado testificando de una sola vida, un solo lugar para vivir en Él, con Él, un solo acuerdo o pacto.
Lo que generalmente llamamos el antiguo pacto, es decir, el pacto que Dios hizo con Israel a través de Moisés en el monte Sinaí, está repleto de cuadros, símbolos, tipos, sombras, promesas y profecías de esta única relación en la vida del Hijo de Dios. Cada jota y tilde de las historias, los mandamientos, las reglas, los rituales, los sacrificios, las ofrendas, las fragancias, el sacerdocio, TODO ELLO testifica, habla, GRITA a los hambrientos y humildes que sólo hay una relación con Dios en la vida de Su Hijo.
¿Has leído Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio con un corazón suave, sencillo y hambriento? ¿Has orado a través de esos capítulos pidiéndole a Dios que te enseñe lo que Él ve en todas estas historias y eventos y leyes y ceremonias? Si lo has hecho, entonces sabes que en todos estos libros el Padre ha testificado acerca de la VIDA EN SU HIJO, UN PACTO EN SU HIJO.
¿Qué hizo Dios por Israel cuando estaban encerrados en la esclavitud y la desesperanza en Egipto? ¿Simplemente abrió una puerta y dejó que todos corrieran por sus vidas en todas direcciones? ¿Manifestó Su salvación matando al faraón y liberando a su pueblo para que pudieran seguir disfrutando la vida en Egipto, seguir viviendo sus propias vidas? ¿Los sacó de Egipto y les permitió vivir en la carne, alimentarse de carne, amar la carne y perseguir la carne? No, Él abrió una puerta y los sacó a un pacto muy específico, un acuerdo muy específico, una relación muy específica, y en todo sentido, esta relación o pacto era un cuadro de la vida en el Hijo de Dios.
Puedo oír a alguien discutir y decir: “No, el antiguo pacto no trataba de la vida en el Hijo de Dios, trataba de reglas y leyes y ceremonias y ofrendas y fragancias y sacrificios”. Si, entiendo eso. Pero mi amigo, cada una de esas cosas, cada jota y tilde de ellas, es una flecha que apunta a la vida en el Hijo de Dios. Las multitudes de leyes en el antiguo pacto son meramente descripciones de la naturaleza y carácter de Cristo. Dios ordenó a Israel a caminar en humildad, bondad, caridad con las viudas y los huérfanos, equidad, justicia, pureza, etc. porque todo esto y más es la naturaleza de Cristo. Y sí, también es cierto que Israel no podía realizar estas cosas en la carne, por lo que el antiguo pacto se convirtió en un ministerio de condenación contra la naturaleza transgresora en el hombre. Eso es muy cierto, y muy importante. Pero no cambia el hecho de que estas leyes eran santas, justas y buenas, y que con ellas Dios nos estaba mostrando la naturaleza de la vida en Su Hijo. Eran buenas descripciones de una buena vida. Eran descripciones justas de una vida justa, y cada una de estas leyes encuentra su cumplimiento en la vida y naturaleza de Cristo que se forma en el alma del hombre.
Cuando leemos el antiguo pacto, vemos que Dios enseñó a Su pueblo (en una variedad de diferentes cuadros y figuras) la diferencia entre la vida del hombre y la Suya, o lo que sucede cuando el hombre camina con Dios en el pacto, y lo que sucede cuando el hombre rompe el pacto para seguir Su propia voluntad, y caminar en su propia vida. Vemos estas cosas ilustradas a nosotros en todo tipo de cuadros. Cuando el hombre sale de la vida, fuera del pacto, hay muerte, y peligro, enemigos, serpientes, plagas, derrota. A veces, cuando se rompe el pacto, las personas son consumidas por el fuego o tragadas por la tierra. Dentro del pacto, guardando el pacto, caminando en la vida, el lugar, la relación que Dios había dado, estaban a salvo. Y si permanecían en esa vida, si andaban en ese camino, entonces les iba bien. Pero cuando transgredieron los límites del pacto, cuando no caminaron en los cuadros y sombras de Cristo en todas las leyes y tipos y sombras, entonces encontraron que fuera de esa vida solo había muerte en la carne.
Lo principal que se ve una y otra vez es que hay vida en el pacto, y hay muerte fuera del pacto. Hay vida en Cristo, hay muerte en la carne. Dios mostró a Israel que todo lo que proviene de la carne contamina al hombre, y lo que viene del Espíritu limpia y purifica. Al leer el libro de Levítico, encontramos que todo lo que fluye de la carne, o crece en la carne, o se esparce a través de la carne, es impuro y peligroso. Vemos una y otra vez que hay una naturaleza bestial que debe morir en un altar. Esa naturaleza no puede entrar en el tabernáculo de Dios. Es quemada o arrastrada fuera del campamento. No quiero entrar en detalles, sólo quiero decirles que Dios no podría habernos dado cuadros más claros del peligro que corremos cuando continuamos viviendo en la carne, en lugar de vivir en el pacto.
Así que, quiero insistir en mi punto una vez más. Desde que el hombre ha caído, Dios ha designado un lugar cerca de Él, una hendidura en la peña, una relación fija, donde el hombre podría volver a Él, y encontrar vida en Su Hijo. Él hizo un pacto con el hombre, Él estableció una relación con el hombre, y hay un acuerdo establecido en el cielo y escrito por Dios en innumerables tipos y sombras en las Escrituras del Antiguo Testamento que dice: “Aquellos que quieran caminar conmigo, tienen que negar su propia vida, tienen que tomar su cruz a su propia carne, y tienen que aprender a vivir y permanecer en la vida de Mi Hijo.”