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La Gran Mentira

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Él no permaneció en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira. —Juan 8:44

Toda falsedad es una mentira, pero a menudo me ha parecido que hay una mentira más grande que todas las demás, o que tal vez deba ser considerada la raíz y fundamento del resto. Al principio, cuando el corazón y la mente del primer hombre y de la primera mujer todavía estaban llenos de la verdad, comenzaron a creer una mentira que, de algún modo, cambió todas las cosas, y afectó toda la forma en que veían a Dios y se veían a sí mismos. Ellos no sólo fueron engañados por palabras astutas, timados por una doctrina falsa, o confundidos sobre los dos árboles; algo mucho peor que esto claramente tuvo lugar en sus corazones, haciendo que ellos "cambiaran la verdad de Dios por la mentira" 1, y "hicieran de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz"2. Coger el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal fue ciertamente un acto de desobediencia, pero creo que eso fue algo así como un paso final, o la confirmación externa de que una gran mentira ya había sido creída, abrazada y había hecho una obra terrible en el hombre.

¿En qué consistió esta gran mentira? En pocas palabras, creo que consistió en la creencia de que el bien existe aparte de la vida de Dios. En otras palabras, es la sugerencia venenosa de que el hombre puede ser algo, tener algo, hacer algo o saber algo que es BUENO, independientemente de la vida de Dios.  Jesús dijo: “Ninguno hay bueno sino uno: Dios.”3 Juan el Bautista dijo: “Un hombre no puede recibir nada si no le es dado del cielo.”4 Santiago dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces.”5 Pero en total contradicción con esta ley espiritual inmutable, la serpiente sugirió que sí se puede encontrar, lograr, disfrutar y poseer algún bien, o algo bueno, que no proviene de Dios, no se encuentra en Dios, sino que tiene su origen en el hombre o en la creación. 

Ahora bien, esta es una idea muy simple, y quizás (como Eva) no podamos ver su verdadero peligro a primera vista.  Pero estoy convencido de que la creencia en esta mentira específica hizo mayor daño en el alma humana, que cualquier otra falsedad que Satanás hubiera podido sugerir. Y la razón es la siguiente; porque esta mentira—la creencia de que el bien existe aparte de Dios—cambia la dirección del corazón del hombre, haciéndolo volverse, anhelar y alimentarse de otra cosa. Creer esta mentira hace que el corazón del hombre se vuelva del Creador y se dirija a la creación. Hace que la voluntad y expectativa del hombre se alejen de Dios y se fijen en la vida del yo, y en las cosas perecederas de este mundo, y los efectos de esto son casi ilimitados. Cualquier otra mentira puede confundir y engañar, pero ESTA mentira va más profundo, toca todo lo que el hombre ve y hace, y nunca deja de generar su fruto letal, porque dirige el ojo del deseo del hombre hacia la dirección incorrecta, y despierta el apetito de buscar y comer lo que no es verdadera comida. Por lo tanto, el resultado es mucho peor que un concepto, práctica o doctrina equivocada; es un objetivo equivocado, una dirección equivocada, una comida equivocada y una voluntad equivocada—todo lo cual se alimenta continuamente del pecado, del yo y de la muerte, y así no deja de generar en el hombre una vida equivocada y una naturaleza equivocada. En otras palabras, creer esta mentira es un primer paso decisivo en una dirección equivocada, por el que la voluntad del hombre se vuelve de Dios al yo, comienza a caminar “tras la imaginación de su malvado corazón” 6, y no puede dejar de producir el fruto podrido del árbol impío. Considera estas Escrituras:

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido y él comió con ella. —Génesis 3:6

Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le pesó en su corazón. —Génesis 6:5-6

El hombre fue creado para disfrutar y exhibir la naturaleza y bondad divinas. Fue hecho para ser un templo o una vasija viva para la gloria y poder de Dios. Y mientras miró a Dios para todo, estuvo perfectamente a salvo. Mientras su corazón tuvo hambre y sed de Dios, y su alma respiró en el espíritu de oración en pos del tesoro celestial, todo lo que el hombre recibía entonces (es decir, vida, justicia, amor, sabiduría, etc.), descendía del Padre de luces y crecía en su alma como fruto del Espíritu. Satanás no podía hacer nada para obstruir el flujo del amor de Dios, ni detener el crecimiento de Su vida en el alma del hombre, A MENOS QUE, de algún modo, pudiera volver el ojo del deseo del hombre hacia otro objeto, e hiciera que su corazón comiera de otra comida. Esta, entonces, fue su gran mentira. Esta fue su flecha; no disparó a las doctrinas y prácticas religiosas de Eva, sino directamente al OJO de ella, a fin de distorsionar su perspectiva, cambiar el objeto de su deseo, y así dirigirla a  ‘dejar la fuente de agua viva, y cavar para ella cisternas rotas que no retienen agua’7. Consideren la siguiente escritura en la luz de estas cosas:

La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. —Lucas 11:34

Al principio Satanás no necesitó predicar una falsa doctrina, sugerir falsos dioses, o alentar la conducta inmoral. Todo esto le vino muy naturalmente al hombre, y fluyó espontáneamente de él, tan pronto como su mirada cayó del cielo a la tierra, y su corazón empezó a perseguir los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida. Cuando el deseo del corazón del hombre fue dirigido de Dios a la creación, y el bien fue visto y perseguido aparte del Creador, entonces todo el resto del pecado, la maldad, las tinieblas y la violencia crecieron de manera natural y se extendieron en la tierra, tanto interna como externamente. La corrupción, la perversión y la enemistad son los frutos naturales e imparables de un corazón alejado de Dios.

El hombre caído puede pretender que no cree en esta mentira, pero su vida y sus elecciones cotidianas dan testimonio casi continuamente de que sí lo hace. Si se le pregunta a un niño de siete años en la escuela dominical si la voluntad de Dios es mejor, más sabia y más segura que la suya, es casi seguro que responderá que sí. Decimos que creemos esto, pero ¿no es cada acto de pecado una prueba innegable de que el hombre realmente piensa que su propia voluntad es (de alguna manera) mejor o más gratificante que la de Dios? ¿Por qué desobedecemos la justa ley de Dios? ¿Por qué nos rebelamos contra las convicciones de Su puro Espíritu? ¿No es porque creemos que sometiéndonos a Dios en todo, acabaremos perdiendo algo bueno que deseamos? Piensa en ello. ¿Por qué es tan difícil o desagradable para el hombre someterse siempre a la voluntad de su Creador? ¿Por qué estamos tan poco dispuestos a buscar la voluntad de Dios en todo lo que hacemos, decimos y perseguimos? ¿No es porque hay un temor en nosotros—una MENTIRA en nosotros—que nos dice que se perderá algo bueno si siempre decimos con Cristo, “no se haga mi voluntad, sino la tuya”? ¿No es la continua elección de nuestras propias palabras, nuestro propio camino, nuestras propias actividades, objetivos y sueños, una clara declaración de que el camino y la voluntad de Dios nos alejarían de algo que creemos que es bueno? 

1Romanos 1:25

2Isaías 5:20

3Mateo 19:17; Marcos 10:18; Lucas 18:19

4Juan 3:27

5James 1:17

6Jeremías 16:12

7Jeremías 2:13